Desde la primera vez que la conocí, me di cuenta de que esta chica no estaba lista para la vida matrimonial. No se trataba de su edad, ya que tenía 24 años. El problema era su falta de responsabilidad. Pero mi hijo no parece entender esto – escribe María. Cuando la trajo a conocernos, Lucía estaba más interesada en su teléfono que en conocernos.
Me casé a los 32 años. Mis padres me criaron bien y se aseguraron de que recibiera una buena educación, por lo que ascender en la carrera profesional después de la universidad no fue una sorpresa. Por supuesto, hubo algunos desafíos, pero nada extraordinario. Ahora soy subgerente con un buen salario y un coche de empresa. Esto no es para presumir; es solo para ilustrar el estilo de vida al que estaba acostumbrada.
En toda relación, la comunicación es clave, pero ¿qué sucede cuando incluso el mejor consejo cae en oídos sordos? Jeremías, un pastor muy respetado, ofrece a su congregación orientación sobre cómo resolver disputas matrimoniales, enfatizando la comprensión y el compromiso. Sin embargo, para Nicolás y Elisabet, sus palabras podrían llegar demasiado tarde. Sumérgete en su historia de problemas sin resolver y las complejidades del amor y el malentendido.
