«¡La nevera siempre está vacía, pero nuestras carteras ya no pueden más!»
Nuestro hijo, Carlos, tiene 32 años, y mi esposo y yo estábamos al límite de nuestra paciencia, temiendo que nunca encontraría a alguien y no dejaría el nido. No solo Carlos trabaja desde casa y apenas sale, sino que también pesa más de 100 kilogramos. ¿Qué joven le daría una segunda mirada?