Encontrando Fuerza en la Fe: El Viaje de Carolina a Través de las Dificultades Maritales
Hola, soy Carolina. Quiero compartir un poco sobre mi viaje y cómo encontré fuerza en la fe durante algunos momentos bastante difíciles. Veréis, me he casado dos veces, y en ambas ocasiones, las cosas no salieron como esperaba.
Mi primer matrimonio fue con Jorge. Era un buen hombre, pero siempre sentí que faltaba algo. Tenía esta visión idealista de que un hombre debería amarme incondicionalmente y tratarme como una reina, llevándome en sus manos, metafóricamente hablando. Pero Jorge era más práctico, no muy expresivo con sus emociones. Me sentía descuidada y no apreciada, lo que llevó a constantes discusiones y, eventualmente, a nuestro divorcio.
Después de un tiempo, conocí a Roberto. Era encantador y parecía ser todo lo que quería. Nos casamos, pero pronto, los mismos sentimientos de insatisfacción volvieron a aparecer. Roberto era cariñoso pero tenía sus propios problemas. A menudo estaba ocupado con el trabajo y no tenía mucho tiempo para mí. De nuevo, sentía que no me amaban como merecía.
Estaba al borde de mis fuerzas, sintiendo que tal vez había algo mal en mí. Fue entonces cuando me volví hacia Dios. Empecé a rezar con más fervor, pidiendo guía y fuerza. Recuerdo una noche en particular, sintiéndome especialmente baja, recé por una señal, por algo de claridad sobre lo que debía hacer.
Al día siguiente, me encontré con un versículo de la Biblia que me habló profundamente: «Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia; reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.» (Proverbios 3:5-6). Fue como si se encendiera una bombilla en mi cabeza. Me di cuenta de que había estado confiando demasiado en mis propias expectativas y no lo suficiente en el plan de Dios para mí.
Empecé a asistir a la iglesia con más regularidad y me uní a un grupo de oración. El apoyo de la comunidad y el acto de rezar juntos me dieron una inmensa fuerza. Aprendí a dejar ir mis expectativas poco realistas y a apreciar lo bueno en mi vida. A través de la oración, encontré paz y claridad.
Eventualmente, Roberto y yo decidimos separarnos amigablemente. No fue fácil, pero con la ayuda de Dios, encontré la fuerza para seguir adelante. Ahora, me estoy enfocando en mi relación con Dios y confiando en que Él tiene un plan para mí. No tengo prisa por encontrar otra pareja; en cambio, estoy trabajando en ser la mejor versión de mí misma.
Así que, si alguna vez te encuentras en un momento difícil, recuerda que Dios siempre está ahí para guiarte. Solo ten fe y sigue rezando. Funcionó para mí, y también puede funcionar para ti.