"Cuidando a la abuela Luisa: Cuando la paciencia se agota"

«Cuidando a la abuela Luisa: Cuando la paciencia se agota»

Luisa no es una anciana malhumorada, y me considero una persona compasiva y comprensiva. Pero cuidar de ella se está volviendo cada vez más difícil. A los 94 años, Luisa sufrió una caída hace dos años, lo que resultó en una fractura por compresión vertebral. Después de meses en cama, comenzó a caminar de nuevo, pero los desafíos del cuidado están pasando factura. Esta es mi historia de lucha y las emociones complejas que acompañan el cuidado de un ser querido mayor.

Sus palabras dolían, no por la petición de ayuda, sino por el derecho con el que la exigía. Nuestra relación siempre había sido tensa, marcada por su falta de emoción y mi desesperada necesidad de su afecto. Sin embargo, aquí estaba ella, afirmando que nuestro pasado no importaba, que todo estaba ahora en un plano neutral y que yo estaba obligada a ayudarla

Sus palabras dolían, no por la petición de ayuda, sino por el derecho con el que la exigía. Nuestra relación siempre había sido tensa, marcada por su falta de emoción y mi desesperada necesidad de su afecto. Sin embargo, aquí estaba ella, afirmando que nuestro pasado no importaba, que todo estaba ahora en un plano neutral y que yo estaba obligada a ayudarla

La forma en que mi madre, Victoria, ve la vida siempre me ha sorprendido. Cree que, independientemente de nuestros conflictos pasados, nuestra relación es ahora neutral. Como persona mayor, insiste en que es nuestro deber ayudarla, a pesar de nunca haberse disculpado por sus palabras duras en el pasado. Nunca logramos llevarnos bien porque ella nunca me quiso de verdad.