Mi marido se fue cuando se enteró de que esperábamos gemelas, no el hijo que deseaba
El viaje de Victoria y Jorge hacia la paternidad comenzó con mucha esperanza y emoción. Habían intentado concebir un hijo durante más de un año, y cuando Victoria finalmente vio un resultado positivo en la prueba de embarazo, estaban en el séptimo cielo. Jorge, en particular, siempre había expresado su deseo de tener un hijo. Hablaba de enseñarle a jugar al fútbol, llevarlo de pesca y pasarle el apellido familiar. Victoria, por su parte, simplemente estaba feliz con la idea de convertirse en madre, independientemente del género del bebé.
Las primeras semanas después de enterarse del embarazo estuvieron llenas de alegría y anticipación. Comenzaron a planificar la habitación del bebé, a elegir nombres e imaginar su futuro como una familia de tres. Sin embargo, todo cambió durante la visita para la ecografía de las 20 semanas. El técnico sonrió, anunciando: «¡Esperáis gemelas… y ambas son niñas!»
Victoria estaba en shock, pero también emocionada con la idea de tener dos hijas. Jorge, por otro lado, estaba claramente decepcionado. Se forzó a sonreír y dijo todo lo que se esperaba, pero Victoria podía decir que algo había cambiado. En los días siguientes, Jorge se volvió cada vez más distante. Dejó de hablar sobre la habitación del bebé y el futuro. Las conversaciones sobre los niños llevaban a discusiones, y Jorge pasaba más tiempo fuera de casa.
Victoria intentó hablar con él sobre sus sentimientos, esperando entender su repentino cambio de actitud. Jorge admitió que le resultaba difícil aceptar el hecho de que no tendría un hijo. Sentía que sus sueños de paternidad se le escapaban y no sabía cómo manejar la decepción. Victoria era compasiva, pero también herida. No podía creer que el género de sus hijos pudiera eclipsar la alegría de convertirse en padres.
A pesar de los intentos de Victoria por cerrar la brecha entre ellos, el comportamiento de Jorge empeoró. Se volvió irritable y retraído, apenas notando el embarazo de Victoria. Luego, una semana después de su discusión sobre el futuro, Jorge empacó sus cosas y se fue. Dijo que necesitaba tiempo para pensar, pero cuando los días se convirtieron en semanas, quedó claro que no tenía intención de regresar.
Victoria estaba devastada. Tenía que enfrentarse a la realidad de convertirse en madre soltera de gemelas, algo que nunca había imaginado. Amigos y familiares la rodearon con apoyo y amor, pero el dolor por el abandono de Jorge permaneció. No podía entender cómo el hombre que amaba, el hombre que una vez estuvo tan emocionado de convertirse en padre, podría dejarlas solo porque no eran los hijos varones que deseaba.
Con el paso de los meses, Victoria se centró en prepararse para la llegada de sus hijas. Decoró la habitación de los niños, eligiendo temas de fuerza y empoderamiento, esperando criar a sus niñas para que sean fuertes e independientes en ausencia de su padre. El nacimiento de Cristina y Alicia trajo la alegría de vuelta a su vida, pero la sombra de la partida de Jorge permaneció.
Victoria a menudo se preguntaba si Jorge lamentaba su decisión, si alguna vez pensaba en sus hijas y en la vida que había dejado atrás. Pero al observar cómo Cristina y Alicia crecían, riendo y jugando juntas, sabía que tenía que dejar atrás el pasado y concentrarse en el futuro. Estaba determinada a dar a sus niñas el amor y el apoyo que necesitaban, incluso si eso significaba hacerlo sola.