«Por Mi Nieta, Solo Duermo Tres o Cuatro Horas por Noche»: Estoy Exhausta
No había visto a mi amiga Sara en meses. El trabajo me había llevado a otra ciudad, y nuestros horarios ocupados hacían difícil mantener el contacto. Cuando finalmente regresé y arreglamos para vernos, me sorprendió su apariencia. Sara lucía completamente exhausta, con ojeras y una expresión de cansancio en su rostro.
«Sara, ¿estás bien?» le pregunté, preocupada. «Te ves tan cansada.»
Suspiró profundamente y tomó un sorbo de su café antes de responder. «Es mi nieta, Emilia. He estado cuidándola casi a tiempo completo, y me está agotando.»
La hija de Sara, Laura, había pasado recientemente por un divorcio difícil. Sin tener a nadie más a quien recurrir, Laura se había mudado de nuevo con Sara, trayendo consigo a su hija de tres años, Emilia. Aunque Sara amaba profundamente a su nieta, la situación le estaba pasando factura.
«Laura trabaja muchas horas para llegar a fin de mes,» explicó Sara. «Así que soy yo quien cuida de Emilia la mayor parte del tiempo. Es una niña dulce, pero también muy enérgica y demandante. Apenas duermo tres o cuatro horas cada noche.»
Pude ver la tensión en los ojos de Sara mientras hablaba. Continuó describiendo cómo Emilia a menudo se despertaba en medio de la noche, llorando por su madre o necesitando consuelo. Sara pasaba horas tratando de calmarla para que volviera a dormir, solo para ser despertada nuevamente poco después.
«Es como un ciclo sin fin,» dijo Sara, con un tono de frustración en su voz. «Amo a Emilia, pero estoy tan cansada todo el tiempo. No sé cuánto más puedo aguantar.»
Sentí una punzada de simpatía por mi amiga. Siempre había sido fuerte y resiliente, pero esta situación claramente estaba afectando su bienestar. Le pregunté si había algo que pudiera hacer para ayudar, pero Sara negó con la cabeza.
«Agradezco la oferta,» dijo. «Pero no hay mucho que alguien pueda hacer. Laura necesita trabajar para mantenernos, y Emilia necesita a alguien que la cuide. Es simplemente como son las cosas ahora.»
A medida que continuamos nuestra conversación, quedó claro que Sara estaba luchando no solo físicamente, sino también emocionalmente. Se sentía culpable por sentirse abrumada y exhausta, como si estuviera fallando tanto a su hija como a su nieta.
«Sé que Laura está haciendo lo mejor que puede,» dijo Sara, con lágrimas en los ojos. «Y quiero estar ahí para ellas. Pero a veces siento que me estoy ahogando.»
Desearía haber podido hacer algo más para ayudar a mi amiga. Pero cuando nos despedimos ese día, no pude evitar sentir una sensación de impotencia. Sara estaba atrapada en una situación difícil sin una solución fácil a la vista.
Durante las siguientes semanas, traté de estar en contacto con Sara tan a menudo como pude. Cada vez que hablábamos, parecía más y más agotada. Las noches sin dormir y las constantes demandas de cuidar a Emilia estaban afectando seriamente su salud.
Una noche, recibí una llamada de Laura. Sonaba frenética y preocupada.
«Sara se ha desmayado,» dijo, con la voz temblorosa. «Está en el hospital.»
Mi corazón se hundió mientras corría al hospital para estar al lado de mi amiga. Cuando llegué, encontré a Laura sentada en la sala de espera, con lágrimas corriendo por su rostro.
«Los médicos dicen que está exhausta,» explicó Laura. «Su cuerpo simplemente no pudo más.»
Sara pasó varios días en el hospital recuperándose de un agotamiento severo y deshidratación. Los médicos advirtieron que necesitaba cuidarse mejor o arriesgarse a complicaciones de salud adicionales.
Mientras Sara yacía en la cama del hospital, luciendo frágil y vulnerable, no pude evitar sentir una profunda tristeza. Había dado tanto de sí misma para cuidar a su familia, pero había tenido un gran costo.
Al final, no hubo una resolución feliz para la historia de Sara. Continuó luchando con las demandas de cuidar a Emilia mientras trataba de recuperar sus fuerzas. Fue un recordatorio duro de que a veces, incluso los más fuertes entre nosotros necesitan ayuda y apoyo.