Dos Amigas en sus 60 Deciden Mudarse Juntas y Alquilar una Casa. Esto es lo que Sucedió

Nora y Viviana habían sido amigas durante más de cuatro décadas. Se conocieron en la universidad, compartieron innumerables recuerdos y se apoyaron mutuamente en los altibajos de la vida. Ahora, a principios de sus 60 años, ambas se encontraban viviendo solas. El esposo de Nora había fallecido hace unos años, y Viviana nunca se había casado. Sus hijos ya eran mayores y se habían mudado, dejándolas con nidos vacíos y mucho tiempo libre.

Una noche, mientras tomaban una taza de té, Nora propuso una idea. «¿Por qué no nos mudamos juntas? Podríamos alquilar una de nuestras casas y ganar algo de dinero extra.»

Los ojos de Viviana se iluminaron. «¡Es una idea brillante! Podríamos dividir el alquiler y las facturas. Además, sería agradable tener compañía.»

Pasaron las siguientes semanas planificando todo meticulosamente. Decidieron mudarse a la casa de Nora, ya que era más grande y estaba más cerca del centro de la ciudad. La casa de Viviana sería alquilada. La anunciaron en línea y, en menos de un mes, encontraron inquilinos: una pareja joven que parecía responsable y fiable.

Los primeros meses fueron maravillosos. Nora y Viviana disfrutaban de la compañía mutua, recordando viejos tiempos, cocinando juntas e incluso empezaron un pequeño jardín en el patio trasero. El ingreso extra del alquiler era una adición bienvenida a sus ingresos fijos de jubilación.

Sin embargo, las cosas empezaron a torcerse. La joven pareja que alquilaba la casa de Viviana comenzó a retrasar los pagos del alquiler. Al principio, solo se retrasaban unos días, pero pronto se convirtieron en semanas. Nora y Viviana intentaron ser comprensivas, pero su paciencia se agotó a medida que las excusas se acumulaban.

Un día, Nora decidió visitar la casa para ver si todo estaba bien. Lo que encontró la dejó en shock. La casa, que antes estaba impecable, ahora estaba en desorden. El jardín estaba lleno de maleza, la pintura se estaba despegando de las paredes y había signos de abandono por todas partes.

Nora confrontó a los inquilinos, pero ellos no mostraron arrepentimiento. «Estamos pasando por un momento difícil,» dijeron. «Te pagaremos tan pronto como podamos.»

Viviana estaba devastada cuando escuchó la noticia. «¿Qué vamos a hacer?» preguntó, con lágrimas en los ojos.

«Tendremos que desalojarlos,» respondió Nora, aunque odiaba la idea.

El proceso de desahucio fue largo y estresante. Los inquilinos se negaron a irse, obligando a Nora y Viviana a tomar acciones legales. Pasaron meses antes de que finalmente recuperaran la posesión de la casa. Para entonces, los daños eran extensos y el costo de las reparaciones era más de lo que habían anticipado.

La tensión financiera comenzó a afectar su amistad. Las discusiones se volvieron frecuentes mientras luchaban por llegar a fin de mes. Nora se sentía culpable por haber sugerido la idea en primer lugar, mientras que Viviana resentía la pérdida de su hermosa casa.

Una noche, después de una discusión particularmente acalorada, Viviana hizo las maletas y se fue. Se mudó a un pequeño apartamento al otro lado de la ciudad, dejando a Nora sola una vez más.

El sueño de vivir juntas y ganar dinero extra se había convertido en una pesadilla. La amistad que había sido su mayor fortaleza ahora estaba fracturada más allá de la reparación.

Nora se sentó sola en su casa, mirando viejas fotografías de tiempos más felices. Se preguntaba si las cosas podrían volver a ser como antes, pero en el fondo sabía que algunas heridas nunca sanan.