«Vamos a Mudar a Mi Ex a Tu Casa para Evitar la Pensión Alimenticia,» Sugirió Roger

Adeline siempre se había enorgullecido de ser comprensiva y de mente abierta. Cuando conoció a Roger, sabía que él tenía un hijo de una relación anterior. Fue una de las primeras cosas que él le contó, y ella apreció su honestidad. Llevaban un año saliendo antes de decidir mudarse juntos. Adeline estaba emocionada por este nuevo capítulo en sus vidas, pero nunca anticipó el extraño giro que tomaría.

El hijo de Roger, Diego, era un dulce niño de seis años que pasaba los fines de semana con ellos. Adeline disfrutaba de estas visitas y había llegado a encariñarse con Diego. Incluso empezó a pensar en él como parte de su propia familia. Sin embargo, las cosas tomaron un giro extraño cuando Roger hizo una sugerencia inusual una noche.

«Adeline, tengo una idea,» comenzó Roger con vacilación mientras se sentaban en el sofá después de cenar. «¿Qué tal si dejamos que mi ex, Laura, se mude con nosotros?»

Adeline se quedó atónita. «¿Qué? ¿Por qué haríamos eso?»

Roger suspiró y miró hacia sus manos. «Bueno, si Laura se muda, ya no tendré que pagar la pensión alimenticia. Podríamos ahorrar mucho dinero.»

Adeline no podía creer lo que estaba escuchando. «¿Quieres que tu ex se mude a nuestra casa para evitar pagar la pensión alimenticia? ¡Eso es una locura, Roger!»

Roger intentó explicar más. «No se trata solo del dinero. Diego se beneficiaría de tener a ambos padres cerca más a menudo. Podría ser bueno para él.»

Adeline negó con la cabeza en incredulidad. «Esto no se trata del bienestar de Diego. Se trata de que tú estás tratando de eludir tus responsabilidades. No puedo creer que siquiera sugieras esto.»

La conversación rápidamente se convirtió en una acalorada discusión. Adeline se sintió traicionada y herida de que Roger siquiera considerara tal idea. Siempre lo había apoyado y había intentado hacer que su familia reconstituida funcionara, pero esto era demasiado.

Durante los días siguientes, la tensión entre ellos creció. Adeline no podía sacudirse el sentimiento de traición, y Roger se volvió cada vez más a la defensiva. Su hogar, antes feliz, ahora estaba lleno de constantes discusiones y resentimiento.

Una noche, Adeline decidió que necesitaba espacio para pensar. Empacó una bolsa y se fue a quedarse con su amiga Emma por unos días. Emma escuchó pacientemente mientras Adeline desahogaba su corazón, ofreciendo consuelo y consejos.

«Adeline, te mereces a alguien que te respete a ti y a tu relación,» dijo Emma con suavidad. «La sugerencia de Roger fue completamente inapropiada.»

Adeline sabía que Emma tenía razón, pero eso no hacía la situación más fácil. Amaba a Roger y a Diego, pero no podía ignorar la creciente brecha entre ellos.

Cuando Adeline regresó a casa, encontró a Roger sentado en el sofá, luciendo derrotado. «Necesitamos hablar,» dijo con firmeza.

Roger asintió, y se sentaron juntos. «Sé que me equivoqué,» admitió. «Solo estaba tratando de encontrar una manera de hacer las cosas más fáciles para nosotros financieramente.»

Adeline respiró hondo. «Roger, esto no se trata solo del dinero. Se trata de confianza y respeto. No puedo estar con alguien que piensa que está bien traer a su ex a nuestro hogar solo para ahorrar unos cuantos euros.»

Roger bajó la mirada, incapaz de mirarla a los ojos. «Lo entiendo,» dijo en voz baja.

Al final, Adeline tomó la difícil decisión de dejar a Roger. No podía quedarse en una relación donde se sentía irrespetada y menospreciada. Fue una elección dolorosa, pero sabía que era la correcta para su propio bienestar.

Mientras empacaba sus cosas y se preparaba para mudarse, Adeline no pudo evitar sentir una sensación de pérdida. Había esperado un futuro con Roger y Diego, pero a veces el amor no es suficiente para superar diferencias fundamentales.