Antes de hablar mal de alguien, cierne tus palabras a través de tres cedazos – Una sabia parábola que todos deberían leer

En un pequeño pueblo en España, Esteban se encontró en apuros por un chisme que había escuchado sobre su amigo, Andrés. Deseoso de compartirlo con alguien, decidió visitar a su mentor espiritual, una persona conocida en la comunidad por su sabiduría y consejos.

Cuando Esteban llegó, fue recibido con una cálida sonrisa. «¿Qué te trae por aquí?» preguntó el mentor.

Esteban, incapaz de contener su entusiasmo, exclamó: «¿Has escuchado lo que hizo Andrés? No puedo creer que él—»

«Espera,» interrumpió el mentor, levantando una mano. «Antes de que continúes, cernamos lo que vas a decir a través de tres cedazos, para ver si realmente vale la pena decirlo.»

Esteban, intrigado, preguntó: «¿Tres cedazos?»

«Sí,» respondió el mentor. «El primer cedazo es la Verdad. ¿Te has asegurado de que lo que vas a decir es verdadero?»

Esteban vaciló. «Bueno, lo escuché de Tristán, quien lo escuchó de Amelia…»

«Así que no sabes si es verdad,» resumió el mentor. «Probemos el segundo cedazo, el Bien. ¿Lo que vas a decir es algo bueno sobre Andrés?»

Esteban se sintió avergonzado. «No, en realidad es algo malo.»

«Entiendo,» dijo el mentor, su voz era calmada. «Aplicamos el tercer cedazo, la Utilidad. ¿Es útil para mí saber lo que vas a decir?»

Esteban pensó por un momento. «Supongo que no. Realmente no cambia nada.»

El mentor asintió. «Entonces tus palabras no pasaron por los cedazos de la Verdad, el Bien y la Utilidad. ¿Por qué, entonces, decirlo en absoluto?»

Esteban, sintiendo una mezcla de vergüenza e iluminación, agradeció a su mentor y se fue, decidiendo ser más cuidadoso con sus palabras en el futuro.

Sin embargo, la historia no termina aquí. A pesar del consejo del mentor, el deseo de Esteban de compartir el chisme resultó ser demasiado fuerte. Le dijo a Leticia, quien le dijo a Eric, y pronto el chisme se esparció como un incendio por todo el pueblo.

Andrés, confrontado con el chisme, se sintió traicionado y humillado. La amistad entre Esteban y Andrés se rompió irrevocablemente. Esteban observó cómo su círculo de amigos disminuía, su reputación manchada por las mismas palabras que no pasaron por los cedazos.

Finalmente, Esteban se dio cuenta del verdadero costo de sus acciones. La sabiduría de los tres cedazos, que había ignorado, lo perseguía. Perdió un amigo, la confianza de su comunidad y su propia paz interior, todo porque decidió difundir palabras que no eran ni verdaderas, ni buenas, ni útiles.

La parábola de los tres cedazos sirve como un duro recordatorio sobre el poder de nuestras palabras y la importancia de usarlas sabiamente. La historia de Esteban, aunque no termina felizmente, enseña una valiosa lección sobre las consecuencias de ignorar esa sabiduría.