Inicialmente, la directez de esta afirmación me sorprendió. Pero cuanto más pensaba en ella, más veía su verdad. Mis hijas, aunque adultas, en muchos aspectos todavía dependían financieramente de mí. Su estilo de vida, sostenido por el dinero que ganaba con esfuerzo, se había convertido en una fuente de exigencias, no de agradecimiento. Y mirando hacia atrás, me di cuenta de que mi apoyo financiero había alimentado sin querer la rivalidad y los resentimientos entre sus familias
Mis hijas vivían en armonía, hasta que sus esposos comenzaron a discutir entre ellos y con ellas. El verano es mi tiempo de vacaciones. He trabajado en el extranjero durante más de una década. Pero cuando una simple afirmación me hizo reevaluar mi enfoque completo hacia la familia y las finanzas, decidí que era hora de comenzar a vivir para mí.