«Harta de las Quejas Constantes, Compré mi Propia Nevera, pero mi Madre Sigue Rebelándose»
Después de que mi padre, Francisco, falleciera, mi madre, Ana, y yo nos mudamos a su antigua casa. En ese momento, yo estaba terminando mi carrera universitaria, y Ana, que nunca había trabajado, luchaba por adaptarse. Nuestra convivencia llevó a conflictos constantes, especialmente sobre espacios compartidos como la cocina.