En la vida de Víctor, llegan gemelos, pero un misterio ensombrece su alegría
Victoria siempre ha sido ferozmente independiente, nunca sintió la necesidad de asentarse. A los 36 años, decide que es hora de tener un hijo, abrazando la maternidad en solitario con los brazos abiertos. «Si encuentro a alguien, genial», dijo, «pero no voy a quedarme esperando». Lo que no sabía es que el nacimiento de su hijo traería más que una nueva vida a su mundo, sino también una figura sombría siguiéndola.